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Mis impresiones de mi viaje a Nueva York

Panorámica de Central Park

Hace ya casi un año que fui a Nueva York de vacaciones con mi novia y cuando volví tenía pensado escribir uno o dos posts con mis vivencias por tierras americanas. Sin embargo, cualquiera que lleve unos cuantos años en esto de los blogs sabrá que después de estar unos cuantos días lejos de cualquier tipo de tecnología (más allá de usar Skype en el teléfono móvil para llamar a casa) lo último que apetece es ponerse horas y más horas delante del ordenador.

Ahora, aprovechando que Carballo está por allí me entraron ganas de volver a revivir los mejores y peores momentos del viaje, así de paso podéis dejar vuestras opiniones y llamarme “hijolagranputa” si no coincidís conmigo en alguna. Como bonus track, una anécdota.

Lo que más me gustó.

Wall Street y al fondo el edificio de La Bolsa de NY.

Las vistas desde Empire State y Top of the Rock: Resulta sencillamente impresionante ver la isla de Manhattan y alrededores desde los casi 400 metros que miden estos edificios. Por el día decidimos subir al TOOTR porque nos lo recomendaron porque tiene cristales como barandillas y no una verja. Además desde éste se puede ver el Empire State “de tú a tú”. Al Empire State subimos por la noche y hacía bastante fresco y tenía a favor que toda la decoración parecía sacada de “Bioshock”.

El Portaaviones Intrepid: No teníamos pensado ir a verlo porque no lo conocíamos, pero me pareció tremendo estar en un barco que participó en la Segunda Guerra Mundial (Según la Wikipedia, un avión kamikaze se estrelló contra él matando a 10 tripulantes). Pero como el barco es un museo, tiene muchas cosas más interesantes para ver, como cápsulas de tripulantes de misiones espaciales o aviones y helicópteros de guerra.

Los animales prehistóricos del Museo de Historia Natural: Cuando era crío me encantaban los dinosaurios y verlos en el museo me trajo muchos recuerdos. Estar al lado de un tiranosaurio, un triceratops o de los enormes peces que surcaban los mares hace millones de años es impagable (bueno, en realidad la entrada al museo nos costó dos dólares).

Como dentro de una película: La primera impresión que tuve al salir del hotel y dar mi primer paseo por Nueva York, fue la de estar dentro de una película. Caminar dos manzanas, mirar hacia arriba y ver el Empire State Building iluminado mola mucho, al igual que caminar un poco más y ver todo Times Square lleno de luces. Central Park, la Quinta Avenida, la Zona Cero, el puente de Brooklyn, Harlem, Wall Street, lugares que se ven en tantas películas que parece que son de mentira.

La arquitectura neoyorquina de principios del Siglo XX: Puede parecer una tontería, pero me encanta el estilo que tienen muchos de los edificios de Nueva York, la mayoría construídos a principios o mediados del Siglo XX con estilos refinados que recuerdan bastante a la antigua Grecia (Por ejemplo todo Wall Street)

Lo que menos me gustó

MacDonalds en Times Square La Nintendo World: La decepcionante tienda que tiene Nintendo en el Rockefeller Center. Una tienda normal y corriente que salvo por algunos objetos de coleccionismo como la Game Boy de la Guerra del Golfo o una Nintendo DS recubierta con diamantes de Svarosky no tiene nada de especial.

Consumismo puro y duro: Nuestra idea no era gastar demasiado dinero allí salvo para lo más necesario: comer y comprar recuerdos. Lo más caro que llegamos a comprar me parece que fueron unos auriculares para el iPhone que me salían más baratos en Estados Unidos que en España. Sin embargo, si no gastas dinero en Nueva York, prácticamente lo único que puedes hacer es pasear de un lado a otro (como en todos lados).

Mi novia me intentó matar: Nos levantábamos a las 7 de la mañana y desde entonces el único momento del día en el que parábamos era a la hora de comer. Manhattan, aunque no lo parezca está en pendiente y después de unas cuantas horas caminando tenía la espalda y los pies baldados de estar tanto tiempo de pie y caminando. Cuando parece que no puedo estar más cansado, mi novia encuentra una tienda de ropa y bueno… no hay nada peor que ir de compras con una muyer estando hecho polvo (¡No, no lo hay!). Aunque diré en su favor que íbamos pocos días y nos teníamos que meter un buen tute si queríamos ver todo.

El trato que nos daban en el hotel: Como a ganado. Literalmente. Nos alojamos en el hotel Pensylvannia, un hotel de clase turista que queda justo delante del Madison Square Garden. El personal del hotel, que para empezar no resultó ser nada agradable no hizo ningún tipo de esfuerzo en entendernos cuando nos liábamos a la hora de expresarnos. Además, nos cobraron a la tarjeta de crédito una fianza de 50 dólares sin avisarnos (aunque luego no nos la llegaron a cargar).

Chinatown: Está al sur de la isla y por lo tanto es casi la parte más antigua. No me esperaba que fuera un barrio con las calles hechas mierda en el que lo único que denotaba que fuera un barrio chino era la afluencia de chinos y un MacDonalds con las letras en chino. Por lo demás todo eran tiendas de regalos para los turistas concentradas unas al lado de otras. Esperaba que fuera diferente, que tuviera más ornamentación.

Un guía que no tenía ni puta idea: Un día hicimos una excursión nocturna en la que nos llevaban a Brooklyn para ver el sur de Manhattan iluminado y también el Empire State. Cuando íbamos bordeando la isla y nos encontramos con el Intrepid al guía no se le ocurre otra cosa que decir que el submarino que forma parte del museo, un submarino nuclear de la Guerra Fría; pues no se le ocurre otra cosa que decir que era un “submarino nuclear alemán de la Segunda Guerra Mundial”. Tócate los cojones.

La anécdota

Yo me comí uno de estos frío y sin relleno.Obviamente unas vacaciones no son buenas sin una anécdota, y la mía llego el primer día que madrugamos y decidimos ir a un Starbucks. Yo, que soy de pueblo y si me sacan del Frapuccino no tengo ni idea de lo que venden en uno, vi entre las ofertas una especie de Donut y se lo señalé a la dependienta. Ella me hizo un par de preguntas en inglés y yo, como eran las 7 y pico de la mañana y no me enteré de nada “le hice un Windows” y le contesté “No a todo”. El desenlace fue que me comí mi Bagle frío y sin ningún tipo de relleno (lo que viene a ser un cacho de pan duro) delante de la atónita mirada de la dependienta. 🙂

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