Hace unos días se estrenó The Walking Dead, una serie de zombis ambientada en el comic de mismo nombre que, visto lo visto, promete ser una de las sensaciones de la nueva temporada. Como sabréis los lectores del blog, los zombis me parecen un tema apasionante y divertido, así que el estreno de esta serie estaba grabado con fuego en mi agenda (Espoiler TV).
La serie pertenece a la cadena estadounidense AMC, creadora entre otras de la magnífica Mad Men (no sé cómo no he hablado aún de ella) así que la calidad estaba asegurada desde que se anunció.
El primer capítulo, que tiene una duración de más de una hora nos pone en situación y nos presenta a los personajes principales. Comienza cuando un policía se queda en coma tras ser herido en un tiroteo y al despertarse descubre que no queda nadie en el hospital en el que se encuentra, al menos nadie vivo. Parece como si hubiera habido una guerra y está todo destrozado, con cadáveres por los pasillos y por supuesto, algún que otro zombi. No se sabe el cómo ni el por qué de la situación, pero no importa porque Rick Grimes, el policía sólo tiene un objetivo: encontrar a su mujer y a su hijo desaparecidos.
Con este preámbulo se nos presenta The Walking Dead, que visto lo visto parece que pretende aunar gore, zombis e historias personales de personajes en su justa medida, sin abusar de ninguno de ellos y dejando de lado la parte cómica de la situación, que es inexistente en este caso, reconociendo a los zombis como personas desgraciadas y enfermas y pretendiendo hacer que el espectador sienta compasión por ellos (y lo consigue).
Inicialmente la primera temporada está planteada en 6 episodios, y que el episodio piloto haya conseguido ser el estreno más visto del año en Estados Unidos es sólo una excusa más para verla porque tiene prácticamente garantizada una segunda temporada (esto me da un poco de miedo porque puede provocar una pérdida de calidad).