Continuamos hablando de zombis en el blog y esta vez le toca el turno a la recién estrenada “Bienvenidos a Zombieland”, una película de tonterías en el sentido estricto de la palabra en la que introducen a los zombis como elemento secundario.
La película comienza presentándonos a golpe de créditos una a una las normas que se deben seguir para sobrevivir en un mundo lleno de zombis. Consigue que mi novia gire la cabeza y me mire con odio cuando entra en escena el primer zombi con la cara ensangrentada comiéndose un brazo: le había dicho que se trataba de una película de amor y nunca estuve estuve tan cerca de convertirme en zombi a base de hostias.
Tras esta entretenida introducción, en la película se nos presenta a Wright, el protagonista, que va demostrando una tras otra que todas las normas de supervivencia tienen sentido: no estar gordo, ponerse el cinturón de seguridad al montar en coche, mirar siempre en el asiento de atrás, etc. El comienzo de la película es notable, hace gracia, y salen muchos zombis, ergo cumple su cometido.
Sin embargo, a partir de aquí y tras la presentación del resto de personajes (dos crías para atraer al mayor espectro de adolescentes calenturientos a la película y el pocas veces gracioso Woody Harrelson), parece que los guionistas se olvidan por completo de que habían vendido una película de zombis, porque no se les vuelve a ver el pelo prácticamente hasta la absurda recta final. Lo único que sucede durante la parte media de la película son una cadena de situaciones que bien podrían haber aparecido en American Pie y también donde se pretende añadir un toque sentimental.
Aunque esta parte media de la película se haga pesada, no se puede hablar de ella sin mencionar las magistrales tomas en las que Bill Murray toma el protagonismo interpretándose a sí mismo, porque es sin duda alguna una de los mejores momentos del filme ( Cazafantasmas power).
La recta final intenta sobreponerse de las aburridas escenas que la preceden, pero parece que a los guionistas les hicieron un ERE antes de terminar su trabajo, porque suceden cosas que no tienen ningún sentido (como lanzar un Hummer al mar en vez de pegar un frenazo brusco) y que los zombis sólo sirven para correr.
En definitiva, Bienvenidos a Zombieland es una película entretenida por momentos, pero que no llega ni a la suela de los zapatos a la que posiblemente haya sido su inspiradora: Zombies Party, esta última con un humor (inglés) mucho más inteligente.