El caso es que hace un par de días me llegó por correo la nueva versión de Ubuntu que había pedido hace unas semanas por internet. La primera desilusión llegó cuando me di cuenta de que había pedido la versión de Ubuntu y no de Kubuntu, que es mi preferido porque KDE me parece mejor que Gnome en todos los sentidos (Eso de tener que estar pendiente de la parte de abajo y de la de arriba de la pantalla no me gusta nada).
La instalación transcurrió bien. Al igual que otras versiones es muy sencillo de instalar y en lo único que tuve que tener cuidado fue en elegir las particiones correctas, más que nada porque cambiaron algunas cosas de sitio con respecto a versiones anteriores.
La primera buena noticia que tuve una vez instalado fue que la tarjeta de sonido se me configuró sola, sin necesidad de hacer nada. Al igual que la tarjeta gráfica, la webcam y el lector de tarjetas (La tarjeta de televisión a medias).
No he podido profundizar demasiado en el sistema operativo, pero a simple vista me parece mucho más atractivo que versiones anteriores, empezando por la pantalla de carga que utiliza unas fuentes muy “estilo web 2.0”. Además, utiliza compiz, que es algo así como un “mini Beryl”, que permite convertir el escritorio en un cubo aparte de otros efectos bastante interesantes.
Para terminar, me gustaría decir que a diferencia de otras versiones, creo que ésta si que podría ser el principio de un acercamiento del usuario medio-bajo a Linux. Veremos en nuevas versiones…