Algunos posts más atrás hablaba sobre cómo había sido el comienzo de mis vacaciones en la Riviera Maya, pero ahora le toca el turno a las vacaciones en sí mismas, que al fin y al cabo es lo que puede resultar interesante a la gente que esté pensando ir a tierras mexicanas.
El Hotel
En México estuvimos alojados en el Complejo Bahía Príncipe. Un hotel de 5 estrellas que quedaba a una hora y veinte minutos más o menos del aeropuerto de Cancún. Pese a ser una distancia considerable, no se hace larga porque la carretera principal es una larga recta de dos o tres carriles pavimentada con hormigón, en la que no se puede ir a más velocidad de 80km/h. Por lo visto, esta carretera, cuando llovía, se convertía en una pista de patinaje, y así lo demostraba un accidente que vimos uno de los días.
El Complejo Bahía Príncipe está formado por 3 hoteles: Akumal, Tulum y Coba, y a nosotros nos tocó Coba, que era el más alejado de la playa (a 5 minutos en los trenecitos que recorrían el complejo) pero tenía como ventaja que todas las habitaciones eran nuevas, espaciosas y tenían bañera con hidromasaje :).
La gente del hotel fue muy amable en todo momento, y en cuanto a instalaciones está excelente, porque es gigantesco: tiene piscinas en todas partes, bares, restaurantes, etc. Recomendado 100%.
Pero si fuimos a la Riviera Maya y no a otros lugares como Punta Cana, es porque no queríamos pasarnos el día dentro del hotel, sino salir y conocer algunos lugares más, por lo que contratamos algunas excursiones. Sabíamos que las excursiones eran más caras si se contrataban en el hotel, pero como acabábamos de llegar y no conocíamos, decidimos hacerlo de todas maneras, ya que, de todas formas, el precio no se distanciaba demasiado del que habíamos mirado en internet con las agencias de Playa del Carmen (creo que la diferencia era de 30 euros o así).
Excursiones
Decidimos contratar 2 excursiones, cada una de las cuales nos llevaba a dos sitios distintos.
Tulum y Xel-Ha
La primera a la que fuimos incluía Tulum y Xel-Ha. Tulum eran unas ruinas al lado del mar, de lo que por lo visto había sido una ciudad religiosa fortificada, y que curiosamente se encontraba en el único lugar de la costa en la que había un pequeño acantilado, ideal como fortificación defensiva.
Resultaba impresionante pensar en la antigüedad de esas edificaciones, ya que la mayoría se conservaban en perfecto estado. Además, las vistas de la playa y del acantilado eran muy bonitas, como pudisteis ver en el post que escribí cuando volví..
Por su parte, Xel-Ha es una especie de cala artificial en la que se puede nadar, bucear y ver peces. Te proporcionan unas aletas, unas gafas, un tubo (este tubo es de usar y tirar, no lo usa nadie más que tú), y un chaleco salvavidas. La profundidad de la cala varía entre los 2 y 4 metros, por lo que es recomendable llevar este último si no queremos cansarnos de nadar.
Chichén Itzá y Ek Balam
Chichén Itzá seguro que ya la conocéis, pues se trata de una de las nuevas 7 maravillas del mundo, y no es otra cosa que un “templo” maya formado por varios edificios, entre los que destaca la enorme pirámide dedicada al dios Kukulcán. Sin embargo, se pueden ver más cosas en Chichén Itzá, como un altar de sacrificios, un muro en el que colocaban las cabezas decapitadas de los sacrificados, el templo de las 1000 columnas o el campo de pelota más grande de la cultura maya (que, todo sea dicho, resulta im-pre-sio-nan-te).
Además, Chichén Itzá es el lugar perfecto para comprar “souvenirs”, ya que es donde más barato se vende todo y además aceptan el regateo.
– ¿Cuanto cuesta esa figura? – Dossientos pesos – Te doy dos. – Pero si vale dossientos… – ¡Dos!
Me llegaron a preguntar si era catalán (xD). A mí me gustó mucho esta excursión, pero a alguna gente le pareció un sitio demasiado enfocado al turismo. Para gustos colores, pero es un sitio imprescindible al que ir.
Respecto a Ek Balam, gustará a aquellos que Chichén Izá les pareció demasiado comercial ya que está en mitad de la jungla (literalmente)y son unas ruinas mucho menos explotadas. No son tan espectaculares como las anteriores, pero dan una impresión de mayor realismo. Además, en Ek Balam se puede subir al edificio más alto de todos: la acrópolis, a una altura ni más ni menos que de 31 metros por unos escalones empinados de cojones y sin ningún lugar al que agarrarse. Nosotros subimos lloviendo y con tormenta, y yo por poco me cago de vértigo al mirar abajo estando arriba del todo. Me pareció muy peligroso, y para nada apto si se viaja con niños pequeños o se sufre vértigo.
Playa del Carmen
El pueblo turístico que más cerca estaba del Hotel se llamaba Playa del Carmen. Está a unos 45 minutos más o menos y decidimos ir en unas furgonetas que había a la entrada del hotel, ya que eran baratas (35 pesos = 3,5 dólares = 3 euros) y parecían seguras.
Playa del Carmen no me gustó demasiado, ya que la zona “turística” más se parecía un centro comercial al aire libre, con sus Pull and Bear, Bershka, Starbucks (bendito frapuchino de vainilla), etc.Todo lleno de tiendas y de vendedores a la caza de clientes con las tácticas más efectivas, como:
– ¿Sois españoles? – Sí. – Venid conmigo que se acaban los porros/farlopa.
¿Bonito? No mucho ¿Agobiante? Para mí sí. Llega un momento en el que te cansas de que te estén llamando cada dos por tres y simplemente haces como que no oyes lo que te dicen.
Conclusiones
He disfrutado mucho en la Riviera Maya, y en particular el Hotel Bahía Príncipe me sorprendió en todos los aspectos, incluido en la hospitalidad de los empleados. Si tuviera oportunidad no dudaría en volver, pero hay tantos sitios a los que ir… Éso sí, he aprendido varias cosas:
- Los mexicanos tienen un acento raro.
- Si te meten droga en la maleta en el aeropuerto es porque eres gilipollas o traficante.
- Es bueno llevar fotocopias de los documentos de identidad encima y dejar los originales en la caja fuerte de la habitación.
- Los mexicanos odian Rebelde y se sienten identificados con Cantinflas.
- El café americano es una PUTA mierda.
Y el año que viene, si hay suerte, os escribiré otra crónica desde algún otro lado. 🙂
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