Iba yo andando hace tiempo tranquilamente por la calle cuando, de repente, empecé a oír cada vez más fuerte una “música” por detrás. Era rap chungo de negros, por lo que me esperaba que el típico negro del Bronx del radiocasete al hombro y música a todo trapo me adelantara de un momento a otro (sí, como los chungos del Príncipe de Bel Air).
Cuál fue mi sorpresa al ver que el personaje que me adelantaba era un chaval (posiblemente más joven que yo) que ¡llevaba un altavoz de PC en la mano! Hice lo imposible por no reírme, y aunque la escena me pareció totalmente absurda, desgraciadamente se está haciendo cada vez más común.
Seguramente os habrá pasado que vais por la calle, en autobús o en metro y encontraros a individuos que tienen menos de persona que un chimpancé. Porque sí, qué queréis que os diga, para considerarse persona lo primero es tener un poco de respeto por los demás, y no ir con sus móviles de mierda con sonido Dolby Chatarra 5.1 a todo volumen con algunos de los sonidos más horrendos que parió la humanidad: el reguetón y el hip-hop.
Y es que no entiendo en qué tipo de subcultura hay que vivir para no saber o no darse cuenta de que poniendo el volumen del móvil a tope en un lugar público lo más probable es que molestemos a los demás. Pero ojo, cuando digo móvil me refiero a cualquier aparato capaz de reproducir ‘música’, porque como digo al principio del post, ya me he encontrado de todo. A mi, hay pocas cosas que me pongan de tan mala leche como esta práctica, que se está convirtiendo en el pan de cada día para muchos (los que utilizáis el transporte público en las grandes ciudades, seguro que estaréis más cabreados que yo).
En el metro de Londres, por ejemplo, han puesto carteles para que la gente no realice estas prácticas, pero no creo que sirva para nada, no en España. Yo cada vez estoy más a favor de que se haga algún tipo de ley que multe a esta gente por faltar al respeto a los demás y por poner la música demasiado alta en lugares públicos. ¿Empezamos a mover una hoja de firmas?
Foto por Patricil y de Teorías de lo absurdo.