Ayer se materializó la segunda subida de IVA por segundo año consecutivo. Se ha hablado mucho del tema y resulta muy evidente que de alguna manera u otra va a afectar al consumo. Tan pronto se leen comentarios de “expertos” que dicen que no va a servir para nada como de otros que dicen que va a servir para aumentar la recaudación. No soy un experto en economía, lo que sí se es que controlaré más mis gastos y que ayer el centro comercial al que fui estaba prácticamente vacío pese a ser sábado, aunque estamos en verano y eso también podría ser una razón.
Creo que existe una sensación de descontento generalizado, debida a dos factores. Por un lado a la campaña del PP en contra de la subida del IVA, en la que incluso reunieron firmas y dejaron declaraciones para la posteridad en las que decían que una subida de impuestos era la consecuencia de tener malos gobernantes. Un petardo en la cara en toda regla.
Por otro lado, la sensación de frustración de saber a ciencia cierta que esta subida de impuestos solo servirá para seguir despilfarrando el dinero público en empresas públicas sin sentido, en aeropuertos sin aviones y en tantas otras cosas que no hace falta que enumere porque bien son conocidas por todos.
Ojalá me equivoque y esta subida sí sirva para algo, pero tengo la impresión de que se están haciendo muchos recortes y pocas reformas. Quizás lo que necesitemos, al fin y al cabo, sea la intervención de la Unión Europea para darle un toque de atención a nuestros políticos.