Demasiado brillo y colorido son las primeras impresiones que me he llevado al probar por primera vez iOS 7. En lo estético, Apple se ha decidido por unos diseños planos, muy planos y muy peculiares que no gustarán a más de uno, porque hacen parecer tu móvil un juguete. Lo curioso es que en la web de Apple el diseño encaja perfectamente con el iPhone, pero echad un vistazo y decidme cuantos iPhone negros con iOS 7 muestran (los colores claros, con el blanco van muy bien, pero con el negro…).
Habrá que ver cómo va evolucionando en siguientes versiones, pero si las funcionalidades ya son definitivas, no estaría mal que le intentasen dar otra vuelta a esos iconos (fosforitos, sin márgenes y descompensados). Unos diseños demasiado personales para mi gusto.
Hay que reconocer que llevamos desde 2009 prácticamente sin cambios en la interfaz y que un cambio era necesario porque Android y sobre todo Windows Phone han mejorado muchísimo en apariencia, pero quizás le echo en falta una mayor personalización y poder desactivar ciertos aspectos de la interfaz, como por ejemplo el fondo de escritorio en 3D o algunas animaciones que seguramente ralentizarán a los móviles más antiguos o un selector de combinación de colores al estilo Windows 8.
Es una “beta 1” y estoy seguro de que todavía le quedan muchos cambios por delante, pero es justo reconocer que se han mejorado cosas realmente necesarias: Control Center (¡aleluya!), iCloud keychain, activation lock, mejoras en la multitarea, actualizaciones automáticas de las apps (muy importante para los desarrolladores), controles parentales, etc. Es lógico que la gente se quede sobre todo en el apartado visual, sobre todo sin haberlo probado antes.
En un iPhone 4S la beta está todavía muy verde, así que no recomiendo instalarlo en un teléfono que se necesite diariamente, sobre todo si no tienes licencia de desarrollador porque es posible que no puedas volver a una versión anterior de iOS.