Rara vez los videojuegos basados en películas resultan experiencias agradables.GoldenEye 007 o El Retorno del Rey son gloriosas excepciones, y también recuerdo con cariño el Indiana Jones y la Última Cruzada, en la época en la cual LucasArts nos deleitaba con sus aventuras gráficas. Los más recientes lanzamientos, caso del X-Men Orígenes: Lobezno o The Chronicles of Riddick: Assault on Dark Athena son dignos intentos que se quedan a medio camino entre un juego decente y uno inolvidable. Lamentablemente, Terminator: Salvation se queda muy lejos de estos dos.
La historia de la nueva entrega de la saga creada por James Cameron es conocida de sobra: John Connor es el líder de la resistencia en un futuro post-apocalíptico en el cual Skynet, una inteligencia artificial diseñada por el ejército de los Estados Unidos, lidera a las máquinas para acabar con toda forma de vida humana. Cosa mala.
El videojuego desarrollado por GRIN se sitúa en algún momento entre Terminator 3 y Salvation, y como no podía ser de otra manera, sigue el esquema de un shooter en tercera persona en el que manejaremos a John Connor. Eso sí, no todo será soltar plomo: cubrirse y no exponerse fácilmente a los disparos rivales será la clave del éxito.
La primera sensación es imponente: una secuencia cinemática de gran calidad aparece tras comenzar una nueva partida. Nos vemos inmersos en un espectacular tiroteo que da paso al tutorial consabido. Los fans del GOW están de enhorabuena aquí: se apunta con LT, se dispara con RT y se entra y se sale de las coberturas con el A. Al igual que en el juego de EPIC, el Y también se usa para que la atención se centre en los acontecimientos importantes (la aparición de un nuevo enemigo, por ejemplo). Eso sí, no hay motosierra que valga, y el B sólo nos cambiará entre las dos únicas armas que puede llevar Connor, mientras que si se mantiene pulsado, podemos seleccionar arma con el stick izquierdo, cosa que yo no acabo de entender cuando sólo puedes elegir entre dos armas. A pesar de esta aparente limitación, con eso y unas pocas granadas bastará para reventar todo lo que las máquinas osen mandarnos.
Y es que las ametralladoras sirven de bastante poco en TS, siendo perfectamente posible acabárselo del tirón sólo con la escopeta y con un arma pesada, como un RPG o un lanzagranadas, vitales para enfrentarse con garantías a los T-600. Estos son sin duda los enemigos más duros del juego, sobre todo porque tienen una habilidad pocas veces vista: son capaces de matarte de un solo golpe sin estar ni siquiera cerca de ellos. Incluso si tú estás dentro de un edificio y ellos fuera, un vaivén de su brazo metálico y John Connor será historia. Es más, uno llega a preguntarse para qué necesitan ametralladoras: con ponerlos a agitar los brazos la humanidad estaría condenada.
Además de los T-600, hay otros dos tipos de enemigos: las ?arañas?, sólo vulnerables por detrás, lo que obliga a rodearlos para dañarlos o bien a atraer su fuego para que los compañeros de Connor aprovechen a dispararles; y las ?avispas?, pequeños artilugios voladores no muy poderosos, pero molestos. Y eso es todo, salvo en las (tres) ocasiones en las que estaremos montados en un vehículo y sólo manejaremos la ametralladora, que aparecen las motos; y esa especie de nave llamada el ?cazador asesino?, que a pesar de su tamaño no resiste más de tres o cuatro disparos del lanzacohetes. Digo yo que Skynet, para ser una inteligencia artificial militar tan poderosa, se queda corta en catálogo, pero es lo que hay.
Eso es todo lo que uno se encuentra en TS, a lo largo de 9 fases bastante cortas en las que la variedad brilla por su ausencia. Básicamente todo consiste en avanzar y quedarse parado mientras llega una o dos oleadas de enemigos, destruirlas, y avanzar por un escenario prefijado, sin la menor libertad de exploración, hasta que uno llega a la siguiente oleada, la destruye y avanza otro rato hasta que se acaba la fase.
¿Por qué este desarrollo, que funciona a las mil maravillas en otros juegos del estilo, como pasa con las aventuras de Marcus Phoenix, aquí se vuelve tedioso y aburrido? Primero, los combates adolecen de la intensidad del juego de EPIC. Los enemigos simplemente disparan al bulto, y muchas veces sólo se requiere paciencia para que nos den la espalda, o estar agachado hasta que nuestros compañeros de pelotón acierten con los suficientes disparos. Es más, hay zonas en las que sólo agachándose y atrayendo los tiros de los enemigos es suficiente: Angie o Blair harán el resto. Y aunque pueden morir en pleno tiroteo, en la secuencia siguiente todos estarán vivitos y coleando. Insólito.
Además, el juego está repleto de glitches. Por ejemplo, la dificultad varía enormemente entre unos momentos y otros, de manera prácticamente aleatoria, así que mientras unas veces destruiremos robots sin inmutarnos, en otras ocasiones seremos masacrados por el mismo tipo de enemigos sin casi saber de dónde viene tanto fuego. Es más, tampoco es extraño estar cubierto, y aún así seguir recibiendo balazos, haciendo la supervivencia casi imposible. De paso, podían haber incluido un botón de salto: no es que se necesite mucho, pero cuando tienes que rodear medio escenario porque una caja de cartón te impide el paso, te sientes algo frustrado.
A nivel gráfico, luces y sombras. La conseguida ambientación post-apocalíptica y las bonitas explosiones, conviven con unos rostros completamente inexpresivos, que ni con el esfuerzo de los actores originales (salvo Christian Bale, que se debió oler el percal) consiguen transmitir un mínimo de emoción. Igual da perder a un camarada en combate que destruir a un “pellejudo” (así está traducido, en serio), las caras se mueven menos que la de una estatua de cera de Nicole Kidman.
El sonido es algo mejor, sobre todo cuando suenan los acordes de la famosísima partitura de Brad Fiedel, si bien las melodías machaconas y repetitivas que se oyen durante la mayor parte del tiempo acaban volviéndose molestas. En cuanto a disparos y explosiones, suenan como se les supone.
Quizás lo peor de todo es que nunca se tiene la sensación de llegar a un clímax: no hay ningún enfrentamiento final llamativo, ningún momento verdaderamente épico. La dificultad se logra por acumulación: más arañas, más T-600s, y listo. Acabarse el juego, incluso en la dificultad más elevada, sólo llevará unas 4-5 horas a lo sumo, contando los inacabables tiempos de carga (yo cronometré hasta 30 segundos bien a gusto) en los que podemos “entreternos” girando la cabeza de un Terminator, y sólo quedará la sensación final de “pues vale”.
Eso sí, las “achievement bitchs” pueden frotarse las manos con sus escasos 11 logros (nueve corresponden a finalizar las misiones, y los otros dos se desbloquean solos al seleccionar la dificultad alta), sumando fácilmente otros 1000 puntos a sus cuentas. Además, los que quieran compartir su sufrimiento pueden hacer uso del multijugador (en realidad, sólo pueden jugar dos a la vez), que para colmo de males, es local y a pantalla partida.
En definitiva, Terminator: Salvation es corto, repetitivo, y algo imperdonable: soso. Y encima la L.A. del futuro está hecha unos zorros. Como para acompañar a Connor.
Muchas al compañero Loberto de El Reverso por el artículo.