El sábado pasado tuvo lugar el “roadshow” de Fernando Alonso por las calles de Oviedo, evento que costó a las arcas públicas ni más ni menos que casi medio millón de euros. Se preveía en Oviedo una afluencia de público enorme y por lo visto hubo entre 100.000 y 150.000 asistentes. El centro de Oviedo se convirtió en un pequeño circuito de un kilómetro y pico que longitud que colapsó durante unos cuantos días el centro de la ciudad y cabreó a los vecinos, que debían dar un gran rodeo para llegar a determinados lugares y algunos ni siquiera podían sacar el coche de sus garajes.
Fotografía hecha por Javi.
Sabíamos que iba a haber mucha gente, por lo que decidimos madrugar y estar allí los primeros. Las nueve y media de la mañana era una buena hora teniendo en cuenta que hasta las 12 no comenzaba la exhibición y podríamos coger un buen sitio. ¿Un buen sitio? Pues por los pelos, porque a esa hora ya estaba todo el vallado lleno de gente y tuvimos suerte de encontrar un hueco en la acera de enfrente de las gradas un poco a la derecha, con un bache estratégico que obligaba a Fernando Alonso a frenar delante nuestro.
Corrió con 4 coches: un kart, un Megane Sport, un Megane Trophy y el Renault R28 de la temporada pasada. Los dos últimos impresionaban de lo que corrían y también del ruido que hacían, aunque para ser sinceros, esperaba que un coche de Fórmula 1 hiciese más ruido. Teníamos delante a todos los fotógrafos y cámaras de los medios de comunicación, por lo que era fácil saber cuando se acercaba el coche porque todos se ponían a enfocar al mismo tiempo (aparte del ruido, que a veces engañaba).
Fotografía hecha por Alcanor.
Alonso se puso a hacer trompos casi delante nuestro y también pasó caminando y saludándonos, e incluso hizo un pequeño espectáculo con una botella de champán mojando al público. También se bajó del coche y se arrodilló para dar las gracias a la afición, lo que sólo hace reafirmarme en que los que lo critican lo hacen por algún tipo de rabia interna contenida (maca, sigo esperando vídeos).